Corresponde a una lesión tumoral benigna, a veces de comportamiento agresivo, la cual se caracteriza por una hipertrofia y engrosamiento de la membrana sinovial asociada a depósitos de hemosiderina.
Su etiología no ha sido precisada, planteándose como probables causas el origen neoplásico, traumatismos previos y procesos inflamatorios crónicos.
Presenta una baja incidencia (1,8 por millón de habitantes), afectando a ambos sexos en proporciones similares. De localización habitualmente mono-articular, compromete principalmente la rodilla y la cadera.
Se manifiesta principalmente por dolor articular, el cual puede asociarse a aumento de volumen y alteración de los rangos de movilidad.
Para su diagnóstico, el clínico cuenta con herramientas de laboratorio e imagenología, constituyéndose la resonancia magnética como el examen imagenológico de mayor utilidad.
La obtención de una muestra de tejido sinovial por biopsia es fundamental, ya que permite el diagnóstico definitivo mediante estudio histopatológico.
El tratamiento es esencialmente quirúrgico, y tiene como objetivos conseguir la resección de la lesión, disminuír la sintomatología, prevenir el daño articular y disminuír la recurrencia de la lesión. Dependiendo de la extensión de ésta y del daño articular existente, éste puede ir desde la resección artroscópica y/o abierta de la lesión tumoral, hasta el reemplazo protésico de la articulación afectada.